7. Riesgo de pandemia/ crisis de salud

En Australia, donde las estrictas medidas preventivas contuvieron eficazmente la propagación inicial de COVID-19, permitiendo que el país se mantuviera relativamente libre y abierto, la variante Delta, que asoló la India a principios de 2021, penetró fácilmente las defensas de la nación insular. A mediados de junio de 2021, un conductor de aeropuerto no vacunado, que tenía más de 60 años, se contagió cuando transportaba a las tripulaciones de las aerolíneas internacionales desde el aeropuerto de Sídney hasta sus habitaciones de hotel. Apenas un mes después de que el conductor diera positivo en la prueba de COVID-19, Sídney, la ciudad más poblada de Australia, se enfrentó a un brote. En el momento de redactar este informe, más de la mitad de la población australiana está confinada. Sídney amplió sus restricciones iniciales de dos meses, extendiéndolas desde junio hasta finales de septiembre. El país vecino, Nueva Zelanda, que había sido considerado un caso de éxito, también se vio obligado a aplicar un confinamiento nacional tras descubrir 30 nuevos casos activos. De igual manera, la nueva variante retrasó el éxito de las medidas de control de COVID-19 en el sudeste asiático. Con su población de más de 655 millones de personas, la región se convirtió rápidamente en el siguiente punto caliente. El número medio de nuevos casos diarios confirmados había aumentado hasta casi 30.000 a finales de junio. El resurgimiento ha provocado un aumento de las hospitalizaciones y, lamentablemente, de las muertes, especialmente en las regiones donde los índices de vacunación son más bajos. La pandemia de COVID-19 no es una crisis típica que progresa de forma lineal hasta su conclusión. Más bien, se produce en múltiples oleadas de contagios que requieren que las organizaciones pivoten entre la reacción, la respuesta, la recuperación y la remodelación. Se trata de un evento que se ha visto impulsado por una serie de factores aún desconocidos e interconexiones ocultas que se combinan para amplificar los impactos y efectos de la pandemia. A medida que el virus sigue mutando y propagándose, haciendo que las vacunas sean menos eficaces, lo que está en juego es aún más importante. El miedo y la ansiedad, junto con la información confusa y contradictoria sobre la pandemia de COVID-19 y su impacto, proyectan una sombra de preocupación sobre las empresas que han participado en la encuesta de Aon de 2021. Como era de esperar, el riesgo de pandemia y crisis de salud ha entrado por primera vez en la lista de los 10 principales riesgos, pasando del puesto 60 en la encuesta anterior al siete en la actual. La pérdida de ingresos declarada causada por la pandemia en los últimos 12 meses ha pasado del 2% en 2019 al 79% en 2021. La buena noticia es que la preparación declarada también ha aumentado, pasando del 45% en 2019 al 70% en 2021. No es de extrañar que el sector de la hostelería, los viajes y el ocio sitúe el riesgo de pandemia en el puesto dos. Las restricciones de viaje existentes y los nuevos confinamientos siguen frenando la recuperación del sector. Los participantes en la encuesta que gestionan los Recursos Humanos también calificaron la pandemia como la segunda amenaza. La pandemia ha perturbado a las organizaciones, obligando a los responsables de RR.HH. a reconsiderar sus funciones, ya que las empresas han pasado a un modelo de trabajo a distancia a un ritmo y escala nunca antes experimentados. Los profesionales de RR.HH. no sólo tienen que asesorar a la dirección sobre las buenas prácticas de salud y seguridad, sino que también tienen que ocuparse de los despidos de los empleados y de las bajas laborales. A nivel regional, el riesgo de pandemia y crisis de salud ocupa los primeros puestos en la lista de los 10 principales riesgos actuales y futuros en todas las regiones, excepto en América del Norte. Las empresas encuestadas en América del Norte lo sitúan en el número 12 y siguen sin decidirse sobre su futura clasificación. La situación puede atribuirse al creciente optimismo del segundo trimestre de 2021, cuando los nuevos contagios se redujeron en general y un mayor número de personas completó su pauta de vacunación. Una encuesta en línea de ABC News/Ipsos de mayo de 2021 reveló que el 64% de los estadounidenses se mostraban optimistas sobre el próximo año. Sin embargo, a partir de mediados de agosto, cuando los casos de COVID-19 volvieron a alcanzar los 133.000 al día, el Índice de Sentimiento del Consumidor de la Universidad de Michigan cayó a su nivel más bajo en una década.

En América Latina, este riesgo se sitúa en el puesto cuatro. En el momento en que se realizó la encuesta de Aon, la mayor parte de América Latina y la mayoría de los países del Caribe seguían luchando contra el rápido aumento de los nuevos contagios, y la vacunación estaba muy retrasada: sólo una de cada 10 personas había completado su pauta de vacunación. Lo mismo ocurre con Oriente Medio y África, que la sitúan en el número 10. Es interesante observar que, durante más de una década, el riesgo de pandemia y crisis de salud estuvo relegado al final de la lista de riesgos en los diversos estudios de Aon, a pesar de las constantes amenazas de la gripe aviar y los virus del SARS, MERS, Ébola y Zika. Habiendo previsto su impacto potencialmente devastador, Aon ha destacado repetidamente este riesgo en varios informes, caracterizándolo como una amenaza infravalorada. En 2013, Aon encuestó a más de 100 directores de cautivas para nuestro informe Underrated Threats? Research Into the Evolving World of Risk. En la encuesta planteamos una pregunta a los participantes: con el espectacular aumento de los viajes internacionales, que han pasado de 683 millones de viajes en el año 2000 a más de 1.000 millones en 2011, y con la creciente resistencia a los antibióticos en el mundo desarrollado, ¿cree que se infravalora el riesgo de pandemia y crisis de salud, que ocupa el puesto 44? Para nuestra sorpresa, los encuestados parecían indecisos sobre esta clasificación, ya que sólo el 39% dijo que estaba infravalorado. Como asesores de soluciones, teníamos una visión completamente diferente a la de nuestros clientes. La pandemia de COVID-19, la más duradera que se recuerda, nos ha enseñado una valiosa lección. La pandemia está poniendo a prueba a todos los líderes empresariales de formas nuevas y desconocidas. Cualquier guía para un evento de crisis lineal se ha vuelto obsoleta. El mundo tal y como lo conocemos se está remodelando por completo. Ningún país o empresa se recuperará sin más ni volverá a ser lo que era antes. Los comportamientos de los consumidores están cambiando, las cadenas de suministro se están reinventando, las instituciones están cerrando, los modelos de negocio se están reformando de manera sustancial y las expectativas de los gobiernos están cambiando. La cuestión sigue siendo si esta remodelación dará lugar a modelos empresariales más resilientes. Para el sector de los seguros, que no ha contribuido materialmente a la mitigación de la volatilidad en este ámbito, esta crisis ha puesto de manifiesto muchas lagunas en nuestra comprensión, pruebas, recursos y planes de contingencia para este tipo de riesgos. Hasta ahora, faltan soluciones, y muchas secciones del paisaje comercial del siglo XXI están desatendidas. En una reciente encuesta de Aon, más de la mitad de las empresas indicaron que esperan que el COVID-19 siga afectando a su negocio dentro de un año, y casi el 70% afirma que la pandemia ha expuesto nuevos riesgos y vulnerabilidades que requerirían un cambio significativo en la manera en que las empresas deben pensar en el futuro. Todo esto significa que las empresas necesitan implementar un nuevo marco de respuesta que les permita tomar con confianza las mejores decisiones empresariales en esta época compleja y volátil. Este no será el último reto, pero al converger varias fuerzas en este momento, estamos asistiendo a una reordenación fundamental de las prioridades a escala mundial. Cuando se trata de gestionar una pandemia o, de hecho, cualquier otra crisis, Aon, junto con su socio de investigación, ha identificado cuatro actividades que contribuyen a la resiliencia corporativa:

  1. Liderazgo: actuar con urgencia y transparencia. Aceptar lo desconocido ayuda a proporcionar una sensación de confianza y un propósito común.
  2. Comunicación: las crisis exigen que los líderes fomenten la confianza con sus oyentes mediante una comunicación precisa, honesta y frecuente.
  3. Acción: los líderes deben evaluar la información disponible para ejecutar nuevos modelos de negocio, modos de funcionamiento, canales de comunicación y otros procesos, creando nuevas estructuras y adaptándose según sea necesario.
  4. Preparación: las organizaciones deben crear fuerzas de trabajo preparadas para soportar futuras perturbaciones y tensiones. El camino para conseguirlo requiere utilizar los datos de forma inteligente para equilibrar el riesgo para las personas con el gasto relacionado con las mismas, al tiempo que se potencia la agilidad y la resiliencia de la fuerza laboral.

Mientras que estas acciones se centran en la rehabilitación posterior al evento, la "pre-habilitación" requiere que entendamos mejor esta exposición cualitativa y cuantitativamente y, como industria, trabajemos para proporcionar tanto perspectivas sobre la prevención de riesgos (creación de modelos de negocio y fuerzas de trabajo resilientes) como soluciones de seguros para todos los sectores y segmentos de negocio, con el fin de compensar la volatilidad potencial.

Clasificación en encuestas anteriores

Clasificación por región

Top 10 Riesgos

8. Fallo en la cadena de suministro o la distribución

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